Hay un dátil con el que conversas en secreto, tus manos conocen esa postura para retener agua ,así la acercas a tus labios y luego guardas esos signos en una caja de castaño…
cantas canciones sobre el fuego sin humo, destellando momentos legendarios, esperando que no envejezcan , al mencionar la sura en susurros, te escondes entre las raíces para que algún jinn escuche el recitado y como en la Al-Jinn, tu corazón sueña ser mostaza en donde las qasidas tiene en sus sarmientos pasajes que te mencionan, y cuando derredor todo deja de ser visible, el misericordioso escucha todas tus canciones.
cuantas ganas de abrazar el mármol, una sombra en la cara parece pintar de soledad el sueño, y tirarse al suelo para embarrarse lose, no alivia del Barzaj ningúna espera.
y cuando llega la hora de oro recitas con todo el esfuerzo
“Alabado sea Allah, Señor de todos los mundos,
el Más Misericordioso, el Más Compasivo,
El Soberano del Día del Juicio.
Solo a Ti adoramos”
y no recuerdas cómo termina.
.soyera.
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