Tu hamaca es un ejemplo hundido, un malvón de huesos abollados en el cual el viento escarnece, donde solo comerse con los ojos una fuente de fina porcelana china, concurre un caparazón con adjetivo embarrado, porque así es la moneda que te deja en cama, de lodo y arroz, de engranajes, de cajones de manzanas hecha de manzanas…
Y tus apoyos investigan el cascajo seducida por los cuellos que abrazaron los marcos por donde instruías, como si tus reminiscencias se escurrieran al día de la miseria, y los parches que cocías te hablaran de ropa sin bolsillos y de no creer en la atalaya, ni en países ,ni en pasaportes…ni embajadas.
Rofko Areyos
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