Tanto con los ojos abiertos o no, retenía esa porción blanda de vereda quizás por instantes incompletos…sin ningún pensamiento, y no podía recordar mucho mas que esa boca de tormenta…Por donde giraba un envoltorio color plata.
Con un gusto a hierro en la legua no hizo más que torcer la cabeza para evacuar eso que lo empezaba a asfixiar…y tenía un color brillante, derramándose en el suelo…expandiéndose.
Veía zapatos apurados que lo eludían, bocamangas tacones y tobillos, escuchaba también un murmullo espeso.
A veces distinguía algún ruido individual que le sonaba a milonga y una punzada en el riñón lo pegaba al suelo como si le hubieran cortado los piolines…mientras el público ignorante se retira…
Un sueño ineludible brotaba del empedrado hamacando los faroles y alejando su sombrero… llevándose la luz a orillas del peringundin.
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