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Yo no me animaría a derramar una lagrima, mi llanto podría ser obsceno, una ridícula imitación insultante frente a los que la lloran con el alma, con la vida quebrada por un silencio terrible.

Ahora todo les es ausencia y lo que fue…no hay mas nada, ahora no.
Debería detenerse el mundo, y volverse el cielo de un verde inaguantable…no debería abrazar el sol como si el universo no hubiera cambiado en absoluto, deberían golpearse el pecho los que nunca se arrepienten, y debería haber una respuesta u otra pregunta mejor que hacer.
Había una vez una princesa…y un dolor atravesador, que no tiene metáforas.
No hay versos ni retóricas, una gran, gran puteada al aire para volver a cargar el pecho y el estomago de fuego.
Yo me aventuro al silencio, las palabras se me secaron a las cuatro de la madrugada…
Si alguien entiende puedo decir:


-había una vez una princesa, cuyos pies se volvieron sordos en la mañana...

                                                                                                                                      28-03-2010.